Cien días es un período muy corto de tiempo para evaluar la tarea de un gobierno, pero al igual que los noticiarios, los editoriales de prensa, los analistas políticos, también yo me atrevo a valorar, en base a hechos consumados, la tarea de los primeros meses del Gobierno del PSOE en España. Venimos de gobernar nuestro país durante cuatro años, en los que la imagen de España en el exterior ha cambiado notablemente, donde la política social ha alumbrado nuevos derechos para los ciudadanos, donde la normalidad política se ha instaurado en las instituciones y donde el diálogo, el entendimiento y el acuerdo han llenado páginas en los diarios. España, ha aprendido a cambiar las cosas, a enfrentarse a sus propios retos y a cambiar de rumbo las políticas que no convienen.
En marzo del 2008, los ciudadanos examinaron al Gobierno socialista, otorgándole una nueva mayoría, esta vez más amplia, para seguir dirigiendo el destino del país. Con esto, se presentaba un gobierno con más mujeres que hombres, por primera vez, una mujer se hacía con el Ministerio de Defensa, y un programa cargado de medidas sociales y de progreso, seguiría convirtiendo a España en uno de los países más modernos y adelantados del planeta. Un país que si ya es referente para las grandes democracias consolidadas, sigue sorprendiendo con su capacidad de innovación y de adelantarse a los tiempos.
En estos primeros 100 días, hemos visto materializadas varias propuestas: devolución de 400 euros, ayudas para el pago de la hipoteca, 428 millones de euros a las comunidades para la gratuidad del segundo ciclo de educación infantil, se ha aprobado el texto refundido de la ley del suelo, licitación de obras por importe de 69,5 millones de euros para parques empresariales en Calahorra y Alfaro, comparecencia de todos los Ministros/as en el Congreso para explicar sus planes de actuación, 600 millones de euros para Ayuntamientos, detenciones de la cúpula ETA en Burdeos y el comando Vizcaya, impugnación de la consulta propuesta por Ibarretxe, Pacto Europeo sobre Inmigración, destrucción de las bombas racimo, publicación de las balanzas fiscales, asistencia a 5 cumbres multilaterales y récord de leyes presentadas en las Cortes. Éstas son algunas de las medidas que quiero destacar, aunque lo más positivo es la reunión entre el presidente del Gobierno con Mariano Rajoy, que sirvió para rebajar el tono de crispación que el PP ha protagonizado en la última legislatura y para llegar a acuerdos fundamentales en materia antiterrorista y también en materia judicial, para reformar el CGPJ y el Tribunal Constitucional.
Toda esta actividad, sin duda, ha sido eclipsada por la situación económica que atraviesa el país. Una situación que si bien no es de recesión, sí está ahogando a las familias españolas, que ven como suben los precios y aumenta el desempleo. Esta situación está influenciada por varios factores globales, la subida esperpéntica del petróleo, el aumento de los precios y el frenazo en el sector de la construcción, algo que la sociedad pedía a gritos por la dificultad para adquirir una vivienda. El Gobierno ha tomado medidas en aquello que puede, pero sin duda, hay dos respuestas a esta situación: una neoliberal y otra socialdemócrata, o lo que es lo mismo, la del PP y la del PSOE. La primera consiste en rebajar los impuestos a las empresas y los particulares de rentas altas, flexibilizar y abaratar el despido, recortas las prestaciones sociales, reducir el número de funcionarios, incluso en materia de seguridad, privatizar los servicios sociales
La respuesta socialdemócrata pasa por no reducir los impuestos para garantizar las prestaciones sociales, promover acuerdos sobre precios y salarios entre empresarios y sindicatos, efectuar inversiones públicas e incentivar las privadas, incentivar la inversión en materia de innovación, telecomunicaciones y energías renovables en definitiva, no hacer pagar el pato a los ciudadanos que más lo necesitan, y no reducir el gasto público para seguir garantizando buenos servicios y más derechos. Yo, como muchos españoles, me quedo con la segunda opción.
En política, las cosas no se cambian por arte de birlibirloque, ahora la derecha española parece que vuelve a la moderación y al acuerdo mediante el diálogo, bienvenidos, harán un gran favor a España y a los ciudadanos, ensancharán la democracia institucional, pero seguimos oyendo a Trillo dudando sobre el 11M, a Aznar predicando la balcanización de España y Mayor Oreja acusando al Gobierno de ceder ante ETA. Y en cuatro años, ¿qué hemos escuchado sobre economía al señor Rajoy? ¿Qué propuestas tienen en materia social, educacional? ¿qué opinan sobre política internacional? ¿Siguen defendiendo Irak? (cabe recordar que antes de la invasión el barril estaba por debajo de los 20 dólares).Son muchas dudas no aclaradas, y conviene vislumbrar el giro formal del PP. Ahora es necesario unirse contra el aumento de la jornada a 65 horas semanales, un acuerdo muy necesario para no retroceder en la consecución de derechos históricos, mientras tanto, vamos a contagiarnos de optimismo para salir juntos de la incertidumbre y seguir construyendo país.
Artículo publicado en Diario La Rioja
15/08/2008
Javier García Ibáñez
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