
A sus 95 años, con una salud de hierro, Carrillo sigue aportando mucho a nuestro país. Ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos y a seguir defendiendo sus ideales y principios políticos y sociales. Es un hombre práctico, sensato, leal y constructivo. Su lucidez y respeto a la hora de opinar sobre la actualidad no deja a nadie indiferente, y sus aportaciones en artículos e intervenciones públicas deben seguir siendo pedagógicas para todos nosotros. La transición política en España hubiera sido imposible sin Santiago Carrillo. La legalización del PCE y la inteligencia, jugándose el tipo, de su líder, supusieron el pase final a una democracia soñada, con elecciones libres y justas.
La rueda de prensa en la que Carrillo compareció junto a la bandera española y la del PCE no fue solo un gesto. Supuso la reconciliación entre las dos españas, supuso el abrazo responsable para acabar de una vez por todas con un régimen dictatorial y comenzar una nueva etapa democrática que devolviera la dignidad a los ciudadanos. Carrillo sigue vigente. Intentó siempre defender sus ideas, y lo consiguió. Se situó en un espacio práctico para la política, anteponiendo siempre los intereses de una España democrática y libre. Carrillo es, patriotismo del bueno y ejemplo de lealtad.
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