En nuestra historia reciente el socialismo español ha sido una de las principales fuerzas de modernización de nuestro país. Esta realidad incontestable se ha debido a la fortuita unión de eventualidades históricas y voluntad política. Por un lado, por el rol crucial que le tocó vivir al PSOE durante
Durante los primeros años de gobiernos socialistas, la derecha tuvo grandes dificultades para plantear una alternativa.
Quizá lo más paradójico es que, pese a lo sonado de las críticas, el Partido Popular, ya en el gobierno de la nación, terminó por no derogar ninguna de las normas frente a las que presentaba continuos recursos. Y entre esas leyes hay algunas tan importantes como
Como el lector ya habrá notado, existen muchos paralelismos entre la situación de entonces y la que vivimos actualmente. El actual gobierno ha impulsado muchas leyes tanto de ampliación de derechos como reformas económicas de calado (muchas muy duras, sin duda, pero necesarias para crecer a medio plazo). Y mientras, el Partido Popular ha recurrido a su tradicional estrategia jaleado por los sectores más ultra-derechistas. Por una parte, negar cualquier apoyo al gobierno esperando que éste se desgaste y después capitalizar todas sus reformas arrogándose el mérito. ¿Alguien cree que el PP ampliará el gasto social? ¿Qué bajará la edad de jubilación? ¿O que revertirá alguna de las reformas económicas emprendidas?. Y por la otra, judicializar todas las leyes que no le gustan (Matrimonio homosexual, Aborto…) intentando hurtar en los Tribunales el justo derecho del PSOE a desarrollar su programa social.
Marx decía que la historia se repite dos veces, una vez como tragedia y otra como farsa. Sin embargo, ni el contexto económico ni los españoles podemos permitirnos una farsa. Dado que apelar a la responsabilidad del Partido Popular es como predicar en el desierto (porque no ve más allá de 2012) recae de nuevo en el PSOE la responsabilidad de pensar en el desarrollo futuro de nuestro país. Aun cuando tenga costes electorales. A los ciudadanos tocará valorarlo en consecuencia, y dado que pienso que los ciudadanos no tienen un pelo de tontos, puede que más de uno se lleve alguna sorpresa.
Artículo publicado en diario La Rioja, 18/01/2011
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