
En medio de unos días difíciles para los defensores de la democracia y la justicia moral, se cumplen 79 años de la proclamación de la Segunda República Española. El 14 de abril de 1931, el pueblo español salió a la calle para proclamar y celebrar la República. Fue la consecuencia de unas elecciones democráticas, y tras el triunfo republicano, el rey Alfonso XIII abandonó España hacia el exilio. El día 9 de diciembre de 1931, las Cortes Constituyentes aprobaron la Constitución de la II República Española, una etapa que supuso un hito en la historia española. España abandonó la monarquía caciquil y los gobiernos impuestos, para abrirse a la democracia y dar pasos de gigante en las cuestiones más esenciales de una democracia.
El 18 de Julio de 1936, un violento golpe de estado militar, falangista y apoyado por la Iglesia, sumió a España en una sangrienta guerra fratricida. La victoria de la derecha junto a los falangistas y la Iglesia, impusieron una dictadura totalitaria, basada en el nacional catolicismo y el nacional sindicalismo, variantes del fascismo ya imperante en Europa. Después de cuarenta años de franquismo, la Memoria Histórica se ha impuesto y al menos se ha escuchado la voz en forma de ley de aquellos que sufrieron la discriminación, la persecución y el crimen. Así las cosas, la actual Constitución Española, la Corona y la legalidad vigente, no son continuidad de la dictadura. Lejos de heredar del franquismo la situación actual, los más de treinta años de democracia se alimentan de los valores republicanos de la Constitución de 1931. Valores republicanos avalados por la institución monárquica, que fueron secuestrados por el dictador durante cuatro décadas.
Hoy asistimos a una derecha “democrática” que no se despega del pasado franquista, acudo avergonzado a la realidad que supone que en España aún no se haya condenado el franquismo, como se hizo por ejemplo en el Parlamento Europeo. Mientras los españoles no sepamos condenar el franquismo, no alcanzaremos la madurez que han alcanzado, por ejemplo, los alemanes. Mientras tanto, yo sí celebro el 14 de abril, rememorando unos valores democráticos que están muy presentes en la Monarquía Parlamentaria y en la Constitución de 1978.
El 18 de Julio de 1936, un violento golpe de estado militar, falangista y apoyado por la Iglesia, sumió a España en una sangrienta guerra fratricida. La victoria de la derecha junto a los falangistas y la Iglesia, impusieron una dictadura totalitaria, basada en el nacional catolicismo y el nacional sindicalismo, variantes del fascismo ya imperante en Europa. Después de cuarenta años de franquismo, la Memoria Histórica se ha impuesto y al menos se ha escuchado la voz en forma de ley de aquellos que sufrieron la discriminación, la persecución y el crimen. Así las cosas, la actual Constitución Española, la Corona y la legalidad vigente, no son continuidad de la dictadura. Lejos de heredar del franquismo la situación actual, los más de treinta años de democracia se alimentan de los valores republicanos de la Constitución de 1931. Valores republicanos avalados por la institución monárquica, que fueron secuestrados por el dictador durante cuatro décadas.
Hoy asistimos a una derecha “democrática” que no se despega del pasado franquista, acudo avergonzado a la realidad que supone que en España aún no se haya condenado el franquismo, como se hizo por ejemplo en el Parlamento Europeo. Mientras los españoles no sepamos condenar el franquismo, no alcanzaremos la madurez que han alcanzado, por ejemplo, los alemanes. Mientras tanto, yo sí celebro el 14 de abril, rememorando unos valores democráticos que están muy presentes en la Monarquía Parlamentaria y en la Constitución de 1978.
1 comentario:
Yo también lo celebro. Sin duda una época fugaz pero dorada. Grandes avances sociales se llevaron a cabo en aquellos días. Un paso al frente de la sociedad del momento.
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